viernes, 10 de febrero de 2012

El juez Garzón.

Para que no se me olvide, la pregunta de hoy es: ¿por qué el TS ha condenado a Baltasar Garzón?
Pues la condena ha sido por atentar contra el Estado de Derecho que se supone que está vigente en España. Más específicamente por vulnerar el disfrute de un ciudadano a un derecho fundamental recogido en la Constitución como es el de la inviolabilidad de las comunicaciones y la intimidad. Y la consecuencia resultante es la supresión de la inviolabilidad de la relación acusado-letrado. Y esto dice el TS que es un ataque fundamental a un proceso con plenas garantía que seguimos pensando es lo que hay en este país.

Me surge otra pregunta: ¿cómo se podría haber evitado esta sentencia? ¿Qué tenía que haber evitado este hombre para no llegar a esta situación?

Se le reprocha básicamente la ausencia de tres medidas en el auto que da origen a toda esta actuación. La primera, que seguro a todos nos parece fundamental en teoría, se deduce de entender que la responsabilidad delictiva es absolutamente personal. Yo espero que mi primo de La Mancha no pase nada si yo me robo los yogures del Mercadona, aunque una vez me dijera que allí eran muy caros y que le parecía que nos estaban estafando. Así que al acordar la intervención de las comunicaciones de los acusados para con todos los letrados, con la mala pata de que cambiaran por el camino, da a entender que todos van a cometer algún delito. ¿Es posible que hubiera bastado con nombrar a los letrados específicamente? Es verdad que menciona a uno de ellos pero yo entiendo que el sentido de nombrarlo es algo así como 'que nadie se escape, y este especialmente'.

Tampoco especifica que quiere escuchar ni quien va a estar habillitado, particularmente identificado como la trazabilidad de un alimento, para realizar las escuhas. Quizás con exigir la realización de un listado con las personas implicadas en las escuchas y una definición del objetivo que quería encontrar hubiera bastado. El problema es que al final termina oyéndolo todo y después decidiendo que no tenía que haber oido.

Y al final una fundamentación de los indicios que le han llevado a la conclusión de la necesidad de las escuchas. Entiendo que hubiera servido cualquier cosa razonada y si después el tribunal entiende que no es suficiente, pues bueno, se ha equivocado pero al menos hay donde agarrar.

Mañana a lo mejor más.

jueves, 9 de febrero de 2012

Compartir no está tan mal.


A uno le gusta aprender, aunque a menudo me pregunto si es sólo procrastinar (palabra que ha entrado hace poco en mi vocabulario). Y en las incursiones sin rumbo que hago por internet, siempre en equilibrio entre los conceptos mentales de perder el tiempo y "es que estoy buscando algo que me interesa", encontré un libro sobre el futuro de la educación.

Lo primero que me llamó la atención fue el título: "Aprendizaje Invisible", de Cristóbal Cobo y John W. Moravec. No recuerdo lo que buscaba pero lo cogí y me lo descargue. Está de modo gratuito en la página www.aprendizajeinvisible.com, por lo visto ya han cubierto gastos.

No lo he terminado de leer pero a estas alturas puedo decir dos cosas buenas de él: Que está escrito de un modo que hace muy cómoda la lectura y los argumentos se suceden razonáblemente bien expuestos, y que la reflexión sobre el un 'protomodelo educacional' para el futuro, yo no he llegado todavía a las conclusiones, va siento muy razonable y también inspirador.

Y con esta inquietud quería dejar constancia de una frase que se cita en el libro, no os equivoquéis, no es el objetivo del libro ni es un fundamento del mismo. Es sólo un pensamiento que yo mismo he tenido en muchos momentos y tenía olvidado hace tiempo. John Seely Brown dice en una explicación un poco extensa que "la mejor forma de aprender algo es enseñarlo" (http://futr.es/vpv [youtube.com]).

Una vez escrito parece una verdad de perogrullo pero para mí supone otro empujoncito en la línea de cumplir unos pequeños proyectos que no terminan de salir de mí. Quizás es solo cierta vergüenza a no quiero ni saber que tipo de ridículo, o que el esfuerzo, mí esfuerzo, sea absolutamente superfluo y no aporte nada ni siquiera a mí mismo.

Esto lo seguiremos pensando otro día, por ahora sólo hasta luego